Pues el pájaro cantor jamás se para a cantar en
árbol que no da flor.
No aprovechan los trabajos si no han de
enseñarnos algo.
Sólo los cobardes son valientes con sus mujeres.
No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no
se corte.
Gracias le doy a la Virgen,
gracias le doy al Señor,
porque entre tanto rigor
y habiendo perdido tanto,
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.
La ocasión es como el fierro: se ha de machacar
caliente.
El mal es árbol que crece y que cortado retoña.
Sepan que olvidar lo malo también es tener
memoria.